e tratan
ahora métodos geofísicos de exploración de suelos, desarrollados
principalmente con el propósito de determinar las variaciones en las
características físicas de los diferentes estratos del subsuelo o los
contornos de la roca basal que subyace a depósitos sedimentarios. Los
métodos se han aplicado sobre todo a cuestiones de Geología y Minería y
en mucha menor escala a Mecánica de Suelos, para realizar
investigaciones preliminares de lugares para localizar presas de tierra o
para determinar, como se indicó, perfiles de roca basal. Los métodos
son rápidos y expeditos y permiten tratar grandes áreas, pero nunca
proporcionan suficiente información para fundar criterios definitivos de
proyecto, en lo que a la Mecánica de Suelos se refiere. En el caso de
estudios para fines de cimentación no se puede considerar que los
métodos geofísicos sean adecuados, pues no rinden una información de
detalle comparable con la que puede adquirirse de un buen programa de
exploración convencional.
A
continuación se describen brevemente los principales métodos que se han
desarrollado hasta hoy; de ellos los dos primeros han resultado, con
mucho, los más importantes.
a) Método sísmico
Este
procedimiento se funda en la diferente velocidad de propagación de las
ondas vibratorias de tipo sísmico a través de diferentes medios
materiales. Las mediciones realizadas sobre diversos medios permiten
establecer que esa velocidad de propagación varía entre 150 y 2,500
m/seg en suelos, correspondiendo los valores mayores a mantos de grava
muy compactos y las menores a arenas sueltas; los suelos arcillosos
tienen valores medios, mayores para las arcillas duras y menores para
las suaves. En roca sana los valores fluctúan entre 2,000 y 8,000 m/seg.
Como término de comparación se menciona el hecho de que en el agua la
velocidad de propagación de este tipo de onda es del orden de 1,400
m/seg. Esencialmente el método consiste en provocar una explosión en un
punto determinado del área a explorar usando una pequeña carga de
explosivo, usualmente nitroamonio. Por la zona a explorar se sitúan
registradores de ondas (geófonos), separados entre sí de 15 a 30 m. La
función de los geófonos es captar la vibración, que se transmite
amplificada a un oscilógrafo central que marca varias líneas, una para
cada geófono. Suponiendo una masa de suelo homogénea que yazca sobre la
roca basal, unas ondas llegan a los geófonos viajando a través del
suelo a una velocidad υ1; otras ondas llegan después de cruzar
oblicuamente dicho suelo. Hay un ángulo crítico de incidencia respecto a
la frontera con la roca basal que hace que las ondas ni se reflejen ni
se refracten hacia adentro de la roca, sino que las hace viajar
paralelamente a dicha frontera, dentro de la roca, con una velocidad υ2
hasta ser recogidas por los geófonos, después de sufrir nuevas
refracciones, para transmitirlas al oscilógrafo. El tiempo de recorrido
de una onda refractada está determinado por su ángulo crítico, que
depende de la naturaleza del suelo y de la roca. Un esquema del
dispositivo aparece en la Fig. A-11
.
Puede construirse una gráfica que relacione la distancia del geófono al punto donde se originó la perturbación, con el tiempo que tardó en registrarse la onda en ese geófono. Como las ondas directas y refractadas comienzan a llegar al geófono en tiempos diferentes bien determinados, pueden calcularse de la gráfica anterior los valores típicos de υ1 y υ2. En los geófonos próximos al punto de la explosión las ondas directas llegan antes; en los alejados llegan primero las refractadas. Hay un punto frontera (el 3 de la Fig. A-ll), en la cual los dos tipos de onda llegan a la vez. Dibujando los instantes en que el geófono recibe la primera excitación en función del alejamiento del geófono, se obtienen dos rectas. Hasta el punto 3 (en el caso de la Fig. A-ll),) el primer impulso es de onda directa, en la que el tiempo de excitación es proporcional a la distancia del geófono: de 3 en adelante, la primera excitación es de onda refractada en la que el tiempo es una cierta función; a + bx, de la distancia, representando “a” el tiempo constante en que se recorren los dos tramos inclinados hasta y desde la roca basal.
Se
obtienen así dos rectas que, evidentemente, han de cruzarse en la
abscisa del punto 3. Si x1 es la abscisa de tal punto, puede demostrarse
en la Fig. A-11 que:
Donde H es el
espesor del estrato de suelo homogéneo y υ1 y υ2, pueden determinarse de
las pendientes de las 2 rectas de la Fig. A-11.
Los
casos prácticos no son tan sencillos como el arriba discutido y
frecuentemente se hace necesaria una gran experiencia por parte del
técnico que ha de interpretar los resultados obtenidos y suele ser
necesaria una exploración convencional del suelo para una interpretación
más correcta de dichos resultados.
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